Recuerdo el día en el que Greg llamó a mi teléfono, y con un español muy característico me comentó que habían encontrado un perro abandonado, que querían que lo viera y así ponerle todas sus vacunas, microchip, y las respectivas desparasitaciones.
Ha pasado algo menos de un año cuando el día 9 de Marzo Greg visita nuestro centro junto a Satchmo. Me comenta que está cojeando de la extremidad anterior derecha. Tras una revisión decidimos poner antiinflamatorios ya que nos da la impresión que nuestro amigo presenta una inflamación en el carpo (muñeca).
Tras una semana con los antiinflamatorios vuelvo a hablar con Greg y éste me comenta que Satchmo se encuentra fenomenal y no queda rastro alguno de la cojera.
Pero al cabo de dos días, Greg me vuelve a llamar muy preocupado y me comenta que Satchmo vuelve a cojear y que tiene una inflamación importante en la zona, ahora prácticamente no apoya la extremidad al caminar. Le invito a que venga a nuestro centro para realizar las pruebas necesarias.
El día 18 de Marzo realizamos dos radiografías de las extremidades delanteras de Satchmo y encontramos lo siguiente:
En la radiografía observamos, a la altura del carpo derecho, una zona de osteolisis (dentro de los círculos se aprecia que la densidad ósea es diferente porque hay gran destrucción de hueso).
La imagen es compatible con un Osteosarcoma (Tumor maligno de hueso).
Tras encontrar estos hallazgos decidimos realizar una radiografía de tórax para valorar así la extensión del cáncer y lo que encontramos nos dejó perplejos.
No había metástasis tumoral, pero todo su cuerpo estaba lleno de perdigones. El dueño anterior, por llamarlo de alguna forma, de nuestro amigo Satchmo lo había utilizado a modo de diana. Quizá nuestro amigo no era un buen ejemplar para la caza, pero no merecía ser maltratado.
Rápidamente nos centramos en la enfermedad de Satchmo y decidimos realizar una biopsia. Extrayendo un fragmento de la lesión y enviándolo al departamento de Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia sería la única forma de llegar a un diagnóstico certero y poder instaurar un tratamiento adecuado para salvar la vida de nuestro paciente.
Al cabo de unos días recibí una llamada telefónica de Juan-Seva, antiguo profesor de la carrera y miembro del departamento de Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria. El diagnostico se confirmaba. Una sensación entre satisfacción por el trabajo bien hecho y tristeza, por la agresividad del tratamiento invadió mi cuerpo.
El informe de la biopsia no dejaba lugar a la duda: "Masa compuesta por abundantes células de origen osteoblástico, redondeadas y con alto grado de anaplasia entre espículas óseas. Aparece abundantes figuras de mitosis y alguna célula gigante multinucleada entre la población tumoral".
Diagnóstico: OSTEOSARCOMA OSTEOBLÁSTICO.
El mismo día que recibo la noticia llamo a Greg para que venga a la clínica. Tengo que explicarle que la mejor solución para la vida de Satchmo es amputar la extremidad.
La noticia golpea con fuerza a Greg, que apenas puede pedir una silla para sentarse. En esos momentos no se muy bien qué decir ni qué hacer, sólamente puedo agarrarle del hombro y acompañarle en un momento tan duro. Hay personas extraordinarias y él es una de esas personas. Satchmo llevaba menos de un año en sus vidas y lo amaban con todo su corazón y estaban dispuestas a todo por él.
Me comenta que tiene que hablar con su mujer y que tendría noticias suyas. Es normal, una noticia así hay que digerirla en familia.
No trascurrieron ni dos horas cuando suena el teléfono de la clínica y Greg nos pide que la cirugía sea cuanto antes. Conoce que el tiempo juega en contra y que hay que hacerlo con la mayor celeridad posible.
La amputación fue todo un éxito y la adaptación de Satchmo a su nuevo estado duró unas pocas horas. Aún recuerdo ver a nuestro amigo recuperarse poco a poco de la anestesia y cual fue su reacción cuando sus dueños entraron por la puerta y comenzaron a llamarle. Satchmo se puso de pie, tambaleándose aún por el efecto de la anestesia, comenzó a caminar hacia ellos, y con un gesto de gratitud infinita metió su cabecita entre los brazos de sus dueños que entre lágrimas recibieron a su mascota. Ese momento no lo olvidaré, lo tengo grabado en mis retinas porque gracias a momentos así, recuerdo porqué hoy soy veterinario.
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Hoy Satchmo es un perro feliz, con una vida normal y lleno de energía. Sus dueños me comentan que a Satchmo le encanta correr por el campo. Disfruta de una vida que, a buen seguro, de no haber sido por Greg y su esposa, el amor que profesan a los animales y un gran esfuerzo, a día de hoy no la tendría.
Después de Satchmo han venido muchos pacientes, muchas mascotas necesitadas de atención, de amor, de cuidados, pero es cierto que Satchmo ha sido un ejemplo para todos.
Después de Satchmo han venido muchos pacientes, muchas mascotas necesitadas de atención, de amor, de cuidados, pero es cierto que Satchmo ha sido un ejemplo para todos.
F. Raúl Marín Moreno
Veterinario en Centro Veterinario Calas-Vet
Triste historia la de Satchmo, por su anterior dueño, menos mal que aún quedan buenas personas en este mundo y Satchmo ha dado con ellas.
ResponderEliminarAdmiro a personas como tú, que aman su trabajo y hacen todo por los animales.
Me ha emocionado mucho la historia..!!
Mucho ánimo para Satchmo y sus dueños.
Buah...La piel erizada
ResponderEliminar.. Es bonito y emocionante ver como sí que hay gente así de buena en el mundo
Yo pude conocer a Satchmo un día que coincidimos en la clínica y doy fe de que ahora es de todo menos un animal enfermo! Qué perrete! Enhorabuena por el trabajo!
ResponderEliminarSin duda, una lección de cómo aferrarse a la vida y sobreponerse a los problemas!